Por Flávio Siqueira
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Ninguno de nosotros es pura Luz.
En esa nuestra naturaleza humana, el exceso de Luz ciega, por eso, convivimos con nuestras ambivalencias y tenemos que administrarlas.
No sé amar, pero intento practicarlo.
No sé perdonar, pero todos los días tengo oportunidades de ejercitarlo.
No sé ser bueno, y la vida me llena de chances para que lo sea.
No soy humilde, pero me estaría engañando si admitiese que la falta de humildad mata; por eso la ejercito.
No soy esencialmente grato, y entonces presto atención en la vida y encuentro millones de razones para Ser.
Cuando veo, veo lo que no me gustaría ver.
Cuando me siento más de lo que soy, mi naturaleza me llama de vuelta y, sea por las acentuaciones de los dolores, o la instalación de incomodidades, o la revelación de ambigüedades, soy obligado a reconocer que en este cuerpo frágil, de piel, carne, hueso y sangre, somos todos aprendices, expuestos al Misterio, intocable, incontable, inexorable, inaccesible por completo, no obstante, presente,visible, viable en mí.
Así somos nosotros, seres improbables, contradictorios, Luz punteada por la oscuridad, cargando las alegrías de ser y los dolores de existir, conviviendo con el ahora y el aún no, finitos, mortales, perecederos, mientras algo late allá adentro diciendo que no termina aquí, que no somos sólo eso, que estamos fuera de casa...
Traducción - Voces de Arcturus y Andrómeda
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