Gillian MacBeth-Louthan - Marzo del 2014
Estamos conectados con todo en el Universo. No hay nada de lo que no seamos parte; todo fluye a travésde, y hacia, nosotros. Nuestras energías, nuestros pensamientos y nuestras palabras fluyen a través de toda vida, en la Tierra y en otros lados. Nosotros no tenemos ni fin ni comienzo, sino un continuo flujo de vida cambiando de forma una y otra vez.
Estamos perfeccionando continuamente nuestra forma en cada una y toda encarnación, ya sea como un elemento, una planta, un animal, un humano, una estrella, o una galaxia. Nos retamos deliberadamente para volvernos todo lo que podemos ser. No hay fracaso alguno en este tipo de existencia, solamente evolución.
A medida que alcanzamos una cúspide en este nivel de evolución, nos empezamos a dar cuenta del efecto que tienen nuestras palabras, pensamientos y temores en este punto de inflexión de la humanidad. Hablamos caprichosamente, al azar, creamos por capricho y profetizamos por temor. Hablamos como si nuestras palabras no tuvieran significado alguno, las vemos sólo como palabras sin darnos cuenta de que los mundos fueron creados por una palabra, un pensamiento, un decreto. Sin ver el poder que tenemos disponible para destruir o para crear una utopía, un paraíso, un Cielo en la Tierra. Saboteamos nuestras propias vidas, nuestras finanzas, nuestra salud, nuestros matrimonios y nuestros futuros.
Cada pensamiento que tienen está vivo. Cada palabra que hablan le dan existencia. Ustedes la liberan de su dominio interno. Justo como el dejar salir al Genio de la botella, sus palabras, sus pensamientos aguardan a su comando para venir al mundo de la materia y hacer lo que hacen mejor, ¡crear! ¡Toda creación es por ustedes, para ustedes y a través de ustedes!
El tiempo entre el pensamiento y la manifestación se acorta cada vez más, forzando la atención de todos en el salón de espejos de la responsabilidad. Aquí es donde el reflejo grita: "mira lo que has creado, mira a lo que has dado nacimiento."
Nosotros nos damos a nosotros mismos regalos mágicos a cada minuto de cada día simplemente con las palabras que hablamos. Nadie está allá afuera tratando de destruirnos, cada situación ha sido creada por nosotros, una creación divina, una herramienta para escoltarnos a un lugar más elevado del saber. Hacemos esto no sólo como individuos, sino como países, familias y continentes, y también como un mundo. Tantas oportunidades para aprender y evolucionar y amar. Es como niños jugando con armas nucleares, sin saber del poder del instrumento en nuestras manos.
Hacemos lo que podemos para cumplir con las profecías bblicas antiguas, creyendo a algún nivel que aquellos del pasado sabían más que nosotros. Cediendo nuestro poder y nuestro mundo a los secos huesos del pasado. Si esas mismas personas hubieran dicho las profecías actualmente, nos reiríamos de ellos como eccéntricos o miembros de un culto. Sin honrar sus palabras o sus temores.
Muchas culturas por todo el mundo sienten la necesidad de hacer que las antiguas profecías se vuelvan realidad. Su religión no estará completa sin la destrucción de las masas como se prometió. Si las profecías no son verdad, entonces, ¿qué más de sus doctrinas no son verdad? ¿les ha mentido su Dios en alguna otra cosa? Este tipo de pensamiento debe ser cortado a raíz., no mediante una confrontación, ni con enojo ni apuntando con el dedo, sino con Amor, Amor y más Amor. El mundo externo nos refleja nuestros pensamientos y diálogos internos. La vida no es algo que nos sucede, sino que es algo que nosotros creamos continuamente.
Sabiendo que podemos y creamos colectivamente todo y cualquier cosa, pongamos manos a la obra para crear un mundo de Amor, Paz y Gozo donde cada niño se vaya a la cama con un estómago lleno y cada indigente intercambie su hogar de cartón por un hogar real. Veamos a nuestro mundo de cristal como uno siempre lleno, en vez de medio vacío y poco entusiasta. Toda la existencia responde a sus pensamientos y sus deseos, especialmente un pensamiento casual o un decreto.
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