Sé amable con el miedo. Es un hijo de lo desconocido. Ha viajado años luz para encontrarte.
No tengas miedo de sentirlo plenamente. No te hará daño. Deja que se acerque, deja que te penetre si es necesario.
Siente su vitalidad, su corazón palpitante, sus vibraciones y hormigueos en el cuerpo. Hasta que no haya división entre "yo" y "miedo". Hasta que no puedas llamarlo 'miedo' en absoluto. Hasta que solo haya vida, cruda e inmediata, sin nombre y benevolente.
El miedo es una ruptura hacia lo desconocido, una ruptura de certezas. Es la construcción de un nuevo camino hacia la inmensidad de la noche. Es la emoción de estar despierto.
El miedo te recuerda que vives al borde del misterio. Que bebes de la fuente de la posibilidad. Que tu ser es vasto. Que solo los falsos pueden morir.
No alejes tu miedo, ni lo etiquetes como "negativo" o "no espiritual". No finjas que no está ahí. No te apresures a eliminarlo, transformarlo o incluso curarlo. No es un enemigo ni un error. Posee una gran inteligencia y poder curativo. Es antiguo y sabio. Inclínate ante él.
Que el miedo sea miedo, plenamente en sí mismo. Pero no tengas miedo. Deja que el cuerpo tiemble, deja que el corazón tiemble. Y sepa que está presente. Y abriendo y abriendo.
Deja que el miedo, tan incomprendido, descanse en tu vasto corazón. Déjalo caminar contigo. Cuando se sienta no deseado, mantenlo cerca.
De pie en el umbral, das esos primeros pasos hacia el vacío.
Estás temblando pero estás tan condenadamente vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.