Quién doma los vientos?
En los
mares bravíos muchas veces nos preguntamos, Quién doma los vientos? Quién manda
en las tempestades? Quién manda en los momentos de calma? Yo era un hombre muy
fuerte, me creía muy fuerte y en muchas vidas fui guerrero. Muchas vidas me
fortalecí portando la espada, defendiendo a los débiles y oprimidos, aquellos
que consideraba mis hermanos. Yo era un hombre que creía mucho en la fuerza,
una fuerza que asociaba a mi poder personal. Y creía que siempre podía hacer
más, ir más al frente, vencer otra etapa, trabajar y conquistar, era un
conquistador.
Y ahí
dentro de la bendición, de la gran bendición de mi Padre , encarné como un niño
simple que vivía en un puerto. Ni mi padre conocía, y el único trabajo de quien
nacía en aquella época en un puerto, era volverse marinero. Y fue ese el camino
que seguí, y comencé durante mucho tiempo el servicio más noble que tenía
dentro de ese navío que era lavar el piso. Era lavar las ropas, era cuidar de
aquellas cosas básicas, y sentía mucha rabia de hacerlas, porque era muy poco
para mí. Ustedes imaginan que dentro de mí vivía un guerrero de tantas vidas,
moraba un hombre libre que cuando se cansaba tomaba su esclavo y se iba, moraba
un guerrero sin fronteras porque para un guerrero las fronteras no existen.
Y de
repente, estaba dentro de un barco sintiéndome humillado en aquel empleo, sin
embargo aquel era mi empleo, aquella era mi vida, y no preciso decirles que me
deprimí, muchas veces me deprimí. Y parecía que cuanto más deprimido estaba más
trabajo duro tenía, entonces muchas veces pensaba así : En el próximo puerto
voy a saltar, y me voy a ir. Esta vida no es para mi, en el próximo puerto me
voy. Y ahí llegaba al próximo puerto y algunas veces era un lugar que no
conocía, o que no hablaba mi lengua, y lo encontraba pobre, o lo encontraba
sucio, o aquel lugar estaba en miseria, o allí había alguna epidemia o
enfermedad, o peleaba con alguien porque era muy ansioso. Y allí quedaba preso
en el navío y tenía que continuar con mi función, y no podía irme, no podía
escapar. Estaba preso en el navío.
Sé que
muchos de ustedes se sienten presos en el navío, se sienten presos en su vida,
no saben qué hacer, no quieren hacer lo que hacen, sin embargo lo hacen. Y no tienen
cómo cambiar aquello que viven, a pesar
de su voluntad, de su deseo, de su sentimiento.
Sé que muchos de ustedes se parecen a
mí, y viví en esa condición durante mucho tiempo. Y ahí comencé a subir,
mi graduación en el navío mejoró un poco. Y me volví un marinero un poco más
calificado, entonces mi función era izar las velas, era caminar de un lado al
otro, era observar las rutas, los vientos. Fue ahí que tuve un gran
aprendizaje, porque vi que aquellos hombres que pensaba que eran poderosos y
guías de aquel navío estaban a merced
del viento.
Estaban a
merced de las intemperies, ellos no mandaban en las cosas de la forma que creía
que ellos mandaban. Porque era tan ignorante de aquello que realmente sucedía,
que nunca me puse a observar que había una gran interacción del navío con todo
aquello que estaba sucediendo fuera, como el sol, como la noche, como la brisa
de la mañana, como las lunas que cambiaban, crecientes, o sin luna. No había
observado que había toda una sincronicidad con todo lo de afuera. Tan sólo
miraba mi deseo, mis impulsos, mis rabias, aquello que no quería hacer,
aquellos que las personas hacían conmigo. Y vivía peleando tanto con mis
impulsos, como mis sueños, con mis disgustos que no miraba afuera, no observaba
el sistema, y no observaba el todo, no conseguía ver el todo.
El todo
para mí era aquello que sucedía en mí, el todo era mi sentimiento. El todo no
era todo, era aquello que percibía del todo. Y sufría mucho con todo eso,
porque era ansioso, y quería más, quería vencer, quería dar un paso adelante, y
quería dominar mi vida. Estaba muy lejos de mi fuerza, la fuerza de un hombre,
la fuerza que enseña la llama azul, una fuerza que no es aparente. Es la
resignación, es la reverencia a una voluntad mayor, una reverencia que trae
aceptación, comprensión. Es ahí si el despertar de la verdadera fuerza de la
fe, antes de la fe precisamos entregarnos a la voluntad divina. Y ahí sí, hacer
nacer la fe para continuar con las cosas de nuestro camino.
Aprendí
con el maestro de la llama azul, a desarrollar esa gran entrega. Y después de
esa vida como marinero tuve que tener muchas otras vidas para sentir el viento.
Para aprender a ser menos impulsivo, pelear menos, juzgar menos a las personas,
y hoy en el plano espiritual me dieron el honor de estar aquí con ustedes.
Porque me juzgo hermano e igual a ustedes,
y quiero tan sólo traer mi relato de amor en sintonía con la llama azul
y el bien Amado Maestreo El Morya, para decirles que continúen creyendo, y
venciendo, y caminando, abriendo, mirando. No se enfoquen en sus vidas tan
pequeñas, aunque para ustedes su vida sea la mayor experiencia del momento. De
hecho ella lo es, pero busquen la conexión con el universo en sincronicidad.
El
Universo en sincronicidad trae cerca de ustedes los vientos que precisan
recibir, las experiencias que precisan tener, las personas con las cuales precisan
convivir. El Universo en sincronicidad es el gran amor de Dios Padre, que les
trae exactamente la experiencia necesaria para su evolución y crecimiento.
Yo no me
liberé de mi impulso odiando, hoy uso mi impulso para amar y servir cada vez más a aquel que es mi Dios. Gracias
Maestro El Morya por la oportunidad de estar aquí con mis hermanos , muchos de
ustedes vivieron como yo. Fueron navegantes, guerreros, amantes de la libertad.
Muchos de
ustedes tuvieron como yo que vencerse a sí mismos para buscar el gran encuentro
con Dios, así cuando los vientos en la vida no sean vientos favorables aprendan a aceptar y usar
aquello que les es bueno para volverse un mejor ser humano.
El
Universo está a su favor, reciban mi cariño y mi Luz. Estoy con ustedes, en
sintonía en este gran aprendizaje en el camino de la llama azul.
Tengan
paz, gracias.
Maestro : Servidor de la Llama Azul
Fecha : 30/05/2012Local: Espaço Alpha Lux
Canal: Maria Silvia Orlovas
Traducción- Shanti
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